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La cultura tóxica de 'nunca pares de aprender' en tech

Dispersamientos
La cultura tóxica de 'nunca pares de aprender' en tech

La cultura tóxica del “siempre estar aprendiendo” en tech

“Nunca pares de aprender” - Un mantra que suena inspirador pero esconde una realidad oscura en la industria tech.

Los desarrolladores vivimos en una paradoja: tenemos trabajos “cómodos” desde casa, buenos salarios, y beneficios que muchos envidiarían. Sin embargo, estamos atrapados en una carrera interminable por mantenernos relevantes.

El año pasado me suscribí a una plataforma de educación online (Platzi). El resultado: un año de suscripción pagada y cero cursos completados. No por falta de interés o disciplina, sino por la abrumadora cantidad de contenido. La plataforma presume de una IA que te recomienda rutas de aprendizaje personalizadas, pero ni siquiera eso ayudaba. Me encontraba discutiendo con un algoritmo sobre mi propio camino de aprendizaje, creando rutas alternativas que nunca seguía.

Las preguntas se multiplicaban: ¿Por dónde empezar? ¿Este curso está actualizado? ¿Me sirve este profesor? ¿Debería tomar dos cursos a la vez? Mi cerebro, con su particular forma de procesar la información, se perdía en un laberinto de decisiones mientras el tiempo de suscripción corría sin piedad.

  • “Papi, ¿me ayudas con la tarea?”
  • “Espera, estoy terminando algo…”

Esta conversación se repite más de lo que me gustaría admitir. El costo real de esta cultura no se mide en dinero sino en momentos perdidos, en conversaciones interrumpidas, en disculpas que saben a culpa.

Me decía a mí mismo que todo esto era por él, por su futuro. Que si quería darle una vida cómoda, necesitaba ser el mejor: dominar nuevas tecnologías, liderar equipos, perfeccionar mi inglés. La típica justificación de “todo esto es por ti” mientras, irónicamente, lo estaba perdiendo a él.

Sin darme cuenta, estaba replicando los mismos patrones de mi padre: un hombre que vivió para trabajar, que veía el descanso como un lujo innecesario, que medía el éxito en horas extras y cuentas bancarias. La vida le pasó factura a los 60 años con una recaída que nos sacudió a todos. Fue mi señal de alerta, el vistazo al futuro que me mostró como terminaría si seguía por ese camino.

La historia se repetía: un padre ausente criando a un hijo que heredaría los mismos traumas, las mismas ansiedades, la misma relación tóxica con el “progreso”. Pero a diferencia de mi padre, yo tuve la oportunidad de ver el final de esa historia antes de vivirla. Y decidí cambiarla.

Cuando llegó la ola de Inteligencia Artificial, fue mi límite. Ver a todos mis colegas zambulléndose en machine learning y modelos de IA mientras yo apenas podía mantener el equilibrio entre trabajo y vida personal, me hizo cuestionar: ¿realmente necesito aprender todo esto?

Mi cerebro procesa la información de manera diferente (gracias, TDAH), y me tomó años aceptar que está bien no seguir el ritmo de todos. Que está bien decir “no, esto no es para mí”.

La solución llegó de la forma más inesperada: me rendí. No a mi carrera, sino a la presión de aprenderlo todo. Ver a mi padre caer a los 60 años me mostró el final de ese camino interminable de “más y más”. No podía repetir su historia.

Encontré paz en el stand-up comedy, un arte donde nadie te presiona para ser “el mejor”. Donde cada comediante tiene su tiempo, su proceso, su voz. Algunos tardan años en encontrar su estilo, otros brillan desde el primer día, y está bien. Me enseñó a observar la vida en lugar de correr a través de ella, a encontrar humor en mis fracasos en lugar de ocultarlos, a celebrar el proceso en vez de obsesionarme con el resultado.

En el escenario, no importa cuántos frameworks domines o si tu inglés es fluido. Lo que importa es ser auténtico, estar presente, conectar. Irónicamente, encontré más crecimiento personal contando chistes sobre mis inseguridades tech que en cientos de tutoriales de YouTube.

Hoy, mi enfoque es diferente:

  • Me concentro en dominar lo que ya sé (Frontend)
  • Acepto que no puedo ni debo saberlo todo
  • Priorizo momentos con mi hijo
  • Encuentro valor en experiencias fuera de la tecnología
  • Silencié Platzi y otras plataformas que le gritan a tu subconciente que tienes que ser productivo y aprender siempre (cuando aprender también se encuentra en la cama, acostado, viendo al infinito y cuestionándote cosas)

La industria tech necesita una revolución, no de tecnología, sino de humanidad. Necesitamos reconocer que detrás de cada línea de código o vector hay una persona con una vida más allá de la pantalla.

El verdadero “nunca pares de aprender” debería incluir aprender a:

  • Descansar sin culpa
  • Decir no a las tendencias
  • Valorar el tiempo personal
  • Reconocer nuestros límites

Irónicamente, desde que dejé de obsesionarme con aprender todo, me convertí en mejor desarrollador. Porque la claridad mental y el bienestar personal son más valiosos que cualquier nuevo framework o tecnología.

Y si estás leyendo esto mientras tienes 15 pestañas de tutoriales abiertas, quizás sea momento de cerrarlas y preguntarte: ¿Realmente necesitas aprender todo eso, o necesitas aprender a descansar?