Reinventarse o morir. Mi historia de burnout en tecnología
Mi historia de burnout y reinvención
Tres despidos en un año. Suena como el inicio de un mal chiste, ¿verdad? Pero fue mi realidad en el último año, durante la que muchos llamaron “la crisis de las startups”. Solo en el primer trimestre de 2023, más de 120,000 trabajadores tech fueron despedidos globalmente. Empresas como Meta, Amazon, y Microsoft redujeron significativamente su personal, creando un efecto dominó que afectó incluso a startups más pequeñas. La realidad es que el sector tech, que parecía inquebrantable durante la pandemia, mostró su lado más vulnerable.
¡Tres despidos en un año! (cuatro en 2 años) y aunque ahora puedo sonreír al contarlo, me llevó a uno de los momentos más oscuros de mi carrera profesional.
La tormenta perfecta
En Latinoamérica, crecemos en un sistema educativo que nos programa para la competencia constante. Desde pequeños, nos enseñan a comparar calificaciones, a celebrar solo los primeros lugares, a medir nuestro valor basado en logros cuantificables. Esta mentalidad se traslada perfectamente a la industria tech, donde los títulos, los salarios y las empresas en el CV se convierten en medallas de honor.
Ver a mis amigos prosperar en grandes empresas, con ascensos y salarios envidiables, solo empeoraba las cosas. No era solo mi percepción - era el resultado de años de condicionamiento social que nos hace creer que el éxito tiene un solo camino, una sola velocidad, una sola forma.
Estos últimos años las empresas comenzaron a reducir personal, y de alguna manera, siempre terminé en la lista de “recursos prescindibles”. Cada nuevo despido era un golpe más fuerte a mi autoestima, y poco a poco, la ansiedad comenzó a apoderarse de mi vida.
Me encontré cuestionando todo: mi carrera, mis decisiones, incluso mi capacidad para seguir en esta industria.
El elefante en la sala: El inglés y el TDAH
El TDAH no es solo “falta de concentración” como muchos piensan. Estudios muestran que las personas con TDAH pueden tardar hasta 2-3 veces más en adquirir nuevas habilidades, especialmente en áreas como el aprendizaje de idiomas. Esto se debe a que nuestro cerebro procesa la información de manera diferente:
- La memoria de trabajo funciona de manera distinta, dificultando la retención de nuevo vocabulario
- Los niveles fluctuantes de dopamina afectan la motivación y la consistencia en el aprendizaje
- La dificultad para mantener la atención hace que las conversaciones en otro idioma sean especialmente desafiantes
Como si la situación no fuera suficientemente complicada, mi lucha con el inglés continuaba. A pesar de años trabajando para empresas americanas, mi nivel sigue siendo básico (por no decir pauperrimo). El TDAH no ayudaba - mi cerebro parecía tener otros planes cada vez que intentaba concentrarme en aprender.
“¿Cómo pueden todos aprender tan rápido menos yo?” Era la pregunta que me atormenta cada noche. El síndrome del impostor se convirtió en mi compañero constante.
El camino hacia la sanación
Todo comenzó en mi terapia psicológica. Fue ahí donde entendí que mi cerebro procesaba el mundo de manera diferente, y que eso no era una sentencia - era una oportunidad de redescubrirme. La terapia me enseñó que necesitaba desaprender patrones tóxicos y construir nuevos caminos.
Una de las primeras tareas fue enfrentarme a mi miedo a la socialización. “Necesitas conectar con personas reales, no solo con usuarios”.
Encontrando mi voz
En esa búsqueda de conexión, tropecé con el Stand-up Comedy, de la mano de un comediante de la ciudad que se convirtió en un amigo cercano Juan Giraldo
Y ¿Qué mejor manera de procesar el trauma que convertirlo en comedia? El micrófono se convirtió en mi segunda sesión de terapia. Ahí aprendí a reírme de mis desgracias, a observar el mundo con otros ojos, y lo más importante: a escribir.
El proceso de escribir se transformó en mi ancla. Comencé un diario donde documentaba todo: mis observaciones, mis miedos, mis pequeñas victorias. Cada página escrita era un paso más hacia el autoconocimiento. Las notas en mi teléfono se llenaron de ideas para rutinas de comedia, pero también de reflexiones profundas sobre mi vida.
El arte como medicina
En medio de este proceso de (re)descubrimiento, el tatuaje apareció como una extensión natural de mi pasión por el arte y la ilustración. Mientras la programación me pedía perfección y velocidad, el tatuaje me enseñaba paciencia, aceptación y mucho error. Cada línea imperfecta era un recordatorio de que la belleza no siempre está en la precisión. @mecastasis
El arte de equilibrar
Actualmente estoy en terapia, pero por primera vez en mucho tiempo, me siento en control. No, no voy a abandonar la programación - los buenos salarios son difíciles de ignorar. Pero he aprendido que puedo ser desarrollador y artista, que puedo trabajar en español mientras mejoro mi inglés sin presiones, que está bien no dominar cada nueva tecnología que sale.
Como dicen los Alkolirykoz: “Todo lo bueno tarda”. Y está bien así. La vida no es una carrera, y a veces necesitamos recordar que detrás de cada línea de código hay un ser humano que necesita tiempo para crecer, equivocarse y encontrar su propio camino.
Un nuevo camino
Hoy busco una manera de combinar mis mundos: la tecnología y el arte. No sé exactamente cómo se verá ese futuro, pero por primera vez en mucho tiempo, estoy emocionado por descubrirlo.
Si estás pasando por algo similar, recuerda: está bien no estar bien, está bien cambiar de dirección, está bien buscar ayuda. Y sobre todo, está bien ser diferente.
Escrito desde un vaso con agua (porque el café me enciende la ansiedad), entre open-mic de stand-up y sesiones de terapia. La vida es un constante trabajo en progreso.